miércoles, 15 de febrero de 2012

Ciertos sentimientos

El hombre que sentado en su reflexión  baña las bagatelas pensadas con
dosis de altura, intelectual. Piensa en las casualidades nimias,los sucesos
relacionados. Si al encontrarse con un ser que resultó el no sé quién. ¿Será justo el mismo que aquel imaginado hasta ese instante?
La discusión reducida a la cuestión divina o a la simple sucesión de hechos
acotadas por las realidades de espacio, lugar y tiempo.
Julio miraba la ventana del micro que lo llevaría a un pueblo cercano.
Uno, dos, tres, vaca, álamos, campesino, cablerío.
¿Será aquel Antonio? el de las mil mujeres. cuatro, cinco, seis, edificio, asfalto fulgurante.
¿Aquella es María la del beso del fuego?.Mil,María. Sos vos u otra. Lo
mismo. La angustia marrón de pensar en lo circular, eterno.
En que cada momento, situación, cara, dolor ,se envolvía  un manto de repetición. Pero allí nomás, en esa crisis racional fue donde entró en juego su materialismo histórico y chocó como un bloque de hielo contra esos impulsos intuitivos. Esas figuras fugaces que lo interpelaban .Creyó ver a su madre en esa señora de tristeza evidente. Ver a su padre en ese hombre locuaz. Reflejarse en el espejo. Hegel con la mirada intempestiva. El hombre en el tractor, el pequeño en la vereda ,la mujer llorando ,Hegel, la vida misma, el sol amarillo, el trigo transparente, la noche común.
Dónde se depositaban la casualidades ,se preguntó.
La historia las creaba como una silueta en un lodazal lúgubre o un dios
inexistente en un crepitar de estrellas las sellaba como la próxima
estación donde Julio, ya estaba llegando.

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